Es así, las
palabras también envejecen,
se
desgastan y aunque no dejen de ser
la torpe
imitación de sí mismas
van
llenándose el vientre de vacío.
No es de
otra manera, es así.
Tu mano, no
ya vuelta tu mano
sino las
letras de tu mano
más un gran
coro de silencios.
Hago nacer
tu nombre entre mis labios
lo empujo
hacia afuera
y nace
muerto,
con la
memoria rota.
Los huesos
de las letras de tu nombre
se unen
alegremente
a las
cenizas de la tierra.
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